Hoy hablando con una amiga me he acordado de esta sesión de fotos y de la razón por la que la hice. Quería contaros la historia de la pequeña Draculina y de su Draculosito.
Quería dar las gracias a Pablo Vallés, Sarah Mafé y Yana Oblap por ayudarme a hacer posible esta sesión de fotos.
¡Espero que os guste! Sé que la historia está incompleta. La de Draculina será la de una vampiresa normal y la de Draculosito es muy emocionante. Igual un día os la cuento.
Un saludo!
Érase una
vez, una joven vampiresa que se llamaba Draculina. Draculina no era una
vampiresa normal, su padre, Drácula, era el más conocido y temido de su
especie. Él cuidaba mucho de su hija y solo quería que fuera feliz.
Un día (o
mejor dicho, una noche), su papa le regaló un osito de peluche que se convirtió
en su compañero de juego y en su mejor amigo.
Pasaron los años y una noche Draculina, que estaba probando sus
colmillos de leche, empezó a morder todo lo que podía alcanzar. Mordía árboles,
frutas, muebles, ropa e incluso sus peluches. Lo que no sabía ella era que su
osito de peluche favorito estaba vivo ya que solo se movía por las noches
mientras ella dormía, como los demás peluches.
Al ser mordido por Draculina, ese se convirtió en vampiro. Su dueña,
extrañada de que su oso empezara a andar y a morder todos los
peluches y que esos cobraran vida, se lo enseñó a su padre.
Drácula estaba igual de extrañado que ella pero decidieron quedárselo.
Al poco tiempo todos los peluches de Draculina estaban muertos. Todos
menos Draculosito que no paraba de morderlos hasta que morían entre
sus patas.
Draculina estaba muy triste de ver sus
peluches desaparecer, por eso hablo otra vez con su padre que decidió matarlo, pero su hija no quería que muriera y lloró y lloró
hasta que Drácula decidió abandonarlo en una isla desierta.